He
escrito muchas experiencias, he dado más de mil consejos, he compartido
las lecciones que he aprendido de mis propios errores. En fin… ¿Qué no
hay por aquí?
Pero soy una persona como cualquiera. Soy alguien
que se enamora. Soy alguien que por las mañanas, y las tardes y las
noches habla y ríe solo. Tengo miedos. He hecho el ridículo muchas
veces, y la verdad no tengo pena de llorar frente a alguien cuando algo
me conmueve.
Fui alguien que se enamoró
increíblemente de una mujer que para mí fue diferente a todas, y durante
ese tiempo por supuesto dejé de ser el estereotipo de seductor que
admiran en la comunidad de seducción. No sólo fui un hombre enamorado
sino que además rechacé a las chicas que me coqueteaban porque yo no
quería a ninguna que no fuera ella, mi chica.
La comunidad de seducción es útil cuando necesitas algunas
habilidades sociales, y cuando estás dispuesto a enfrentarte a tus
demonios para mejorar personalmente. Pero al mismo tiempo, es una
comunidad muy peligrosa que engañará a los hombres sin criterio.
Las
mujeres no son un objeto. Los hombres no somos incapaces de sentir.
Hombres y mujeres habemos de todo tipo, buenos y malos, y no hay que
estigmatizar a nadie, sólo somos humanos.
Las mujeres, aunque
muchos libros prometan que es así, no son una especie de seres tontos a
los que se puede conquistar con dos frases bien aprendidas y una
personalidad incongruente o que simplemente no existe. Las frases son la
vía y el pretexto, pero lo que de verdad funciona es aprender a gustar a
los demás, no solo a las mujeres, con tu personalidad.
El famoso
hombre alfa que tanto se malentiende y del que tanto hacen alarde los
teóricos, no es una especie de hombre perfecto incapaz de tener
sentimientos honestos o de conquistar con su sencillez. O al menos, ese
no es el macho alfa de la actualidad.
El hombre alfa
es simplemente un hombre íntegro, capaz, preparado y desenvuelto en
todos los aspectos. Y en los que aún no lo es, se prepara para serlo.
Voy
a contar un poco más de mí, pero no serán del tipo de cosas que admiras
de alguien, sino del tipo que a algunas personas les avergonzaría
admitir y que a mí me enorgullecen porque a pesar de lo que sea, de lo
que pasa y lo que haya en el futuro, siempre conservaré partes de un
hombre torpe, simple, frágil, capaz de equivocarse y capaz de mostrarse
humano.
1) El
último año lo pasé junto a mi novia. No sólo fue la única mujer cada
día, sino que hubo cientos de mensajes y notas de voz ridículos que
aunque se trataban de lo más simple, son el tipo de recuerdos que dan
sentido a las cosas más grandes en tu vida.
2) Hablando
de deportes, a excepción del box, siempre fui, y sigo siendo demasiado
torpe, sobre todo cuando hay balón. En las “cascaritas” en la primaria, a
la hora de formarse los equipos, yo era el último en ser elegido, y
cuando me elegían, era de portero o de ese defensa al que nadie le pasa
un balón. Actualmente no pasa eso, porque he mejorado un poco.
3) En
la primaria, una vez al salir de clases, dos niños me golpearon, me
sacaron sangre de la nariz y lloré hasta privarme. Mi mamá me llevó con
mi papá y mi abuelo para que me enseñaran a pelear. Mi abuelo me enseño,
pero a cachetadas. Cada que bajaba la guardia ¡cachetada!
4) Me
gusta nadar, y lo practiqué durante varios años, supongo que no soy tan
malo, pero tenía un amigo buenísimo y muy veloz. Una vez le pedí que me
enseñara a nadar como él, a lo que respondió “Sólo hazle como si fueras
pez”. Sin comentarios.
5) ¿Ya
dije que una vez me golpearon en la primaria? Pues también me hicieron
bulling, prácticamente toda la primaria y secundaria. Siempre estuve,
según yo, enamorado de una chica, fui su mejor amigo mientras la veía
con cada uno de todos los populares y malotes. Ya no, pero en su tiempo
odié esa etapa.
6) Cuando
entré a la prepa decidí que jamás volvería a ser aquel. Un día un chico
me insultó y como ya había aprendido a pelear, le “pegué” y jamás nadie
se volvió a meter conmigo.
En realidad, en cuestión de peleas
nada fue a mal hasta la facultad.
7) Mi
familia es pequeña y a veces no somos tan cercanos. Pero amo a mi madre. Normalmente solemos ser fríos entre nosotros, pero últimamente
cuando la veo la abrazo con ternura y le suplico que me quiera al menos
un poco, “como en los viejos tiempos”, según yo.
Algunas veces la
gente me pregunta si yo todavía me enamoro, haciendo referencia a lo que
enseño o a lo que he aprendido. Algunas personas creen que en todos los
aspectos lo tengo todo solucionado.
Primera: Por supuesto que me
enamoro. Creo que un “seductor” no puede serlo si no ha vivido esta
etapa o si no sabe lo que significa una relación valiosa con una mujer
única.
Segunda: Domino mi área, y ni siquiera por talento nato,
pero si no es por preparación, lo es por experiencia. Mejorar tú, tu
vida y tus habilidades por supuesto te da el poder de influenciar en tu
entorno social. Eso no te hace dejar de ser humano.
En conclusión.
Por supuesto les recomiendo que aprendan sobre seducción y lo que sea,
adquieran habilidades y sobresalgan en lo que quieran, pero jamás, por
más alto que puedan llegar, intenten dejar de ser humanos.
Personalmente, si contase los momentos más maravillosos de mi vida, no serían aquellos donde parezco un profesional de algo.
Los
mejores momentos son aquel donde traté de rescatar a un gatito. Cuando
le di su regalo de cumpleaños a mi madre y casi llora. Cuando mi novia
me preparó a mí su primer pay de limón, que aunque con mucho amor, le
quedó “espolvoreadito”. Cuando invité a comer a un niño en la calle y
cuando me preguntó cómo podía pagarme, le dije que él cuando fuera
grande y yo viejito, me invitaría a comer.
El punto de la
seducción, y todo aquello en lo que decidas desarrollarte, es que sigas
siendo un humano. No importa que adquieras poder en tu área y seas capaz
de sobresalir cuando lo desees como si se tratara de tronar los dedos.
No intentes dejar de ser humano.
Los mejores líderes tienen un don, y no es el don de ser perfectos o “cabrones”, es el don de sacar lo mejor de los demás.
El éxito más grande es aprender a ser feliz.