sábado, 31 de mayo de 2014

EL EXITO MAS GRANDE ES APRENDER A SER FELIZ







He escrito muchas experiencias, he dado más de mil consejos, he compartido las lecciones que he aprendido de mis propios errores. En fin… ¿Qué no hay por aquí?

Pero soy una persona como cualquiera. Soy alguien que se enamora. Soy alguien que por las mañanas, y las tardes y las noches habla y ríe solo. Tengo miedos. He hecho el ridículo muchas veces, y la verdad no tengo pena de llorar frente a alguien cuando algo me conmueve.

Fui alguien que se enamoró increíblemente de una mujer que para mí fue diferente a todas, y durante ese tiempo por supuesto dejé de ser el estereotipo de seductor que admiran en la comunidad de seducción. No sólo fui un hombre enamorado sino que además rechacé a las chicas que me coqueteaban porque yo no quería a ninguna que no fuera ella, mi chica.

La comunidad de seducción es útil cuando necesitas algunas habilidades sociales, y cuando estás dispuesto a enfrentarte a tus demonios para mejorar personalmente. Pero al mismo tiempo, es una comunidad muy peligrosa que engañará a los hombres sin criterio.

Las mujeres no son un objeto. Los hombres no somos incapaces de sentir. Hombres y mujeres habemos de todo tipo, buenos y malos, y no hay que estigmatizar a nadie, sólo somos humanos.

Las mujeres, aunque muchos libros prometan que es así, no son una especie de seres tontos a los que se puede conquistar con dos frases bien aprendidas y una personalidad incongruente o que simplemente no existe. Las frases son la vía y el pretexto, pero lo que de verdad funciona es aprender a gustar a los demás, no solo a las mujeres, con tu personalidad.

El famoso hombre alfa que tanto se malentiende y del que tanto hacen alarde los teóricos, no es una especie de hombre perfecto incapaz de tener sentimientos honestos o de conquistar con su sencillez. O al menos, ese no es el macho alfa de la actualidad.

El hombre alfa es simplemente un hombre íntegro, capaz, preparado y desenvuelto en todos los aspectos. Y en los que aún no lo es, se prepara para serlo.

Voy a contar un poco más de mí, pero no serán del tipo de cosas que admiras de alguien, sino del tipo que a algunas personas les avergonzaría admitir y que a mí me enorgullecen porque a pesar de lo que sea, de lo que pasa y lo que haya en el futuro, siempre conservaré partes de un hombre torpe, simple, frágil, capaz de equivocarse y capaz de mostrarse humano.

1) El último año lo pasé junto a mi novia. No sólo fue la única mujer cada día, sino que hubo cientos de mensajes y notas de voz ridículos que aunque se trataban de lo más simple, son el tipo de recuerdos que dan sentido a las cosas más grandes en tu vida.
 
2) Hablando de deportes, a excepción del box, siempre fui, y sigo siendo demasiado torpe, sobre todo cuando hay balón. En las “cascaritas” en la primaria, a la hora de formarse los equipos, yo era el último en ser elegido, y cuando me elegían, era de portero o de ese defensa al que nadie le pasa un balón. Actualmente no pasa eso, porque he mejorado un poco.
 
3) En la primaria, una vez al salir de clases, dos niños me golpearon, me sacaron sangre de la nariz y lloré hasta privarme. Mi mamá me llevó con mi papá y mi abuelo para que me enseñaran a pelear. Mi abuelo me enseño, pero a cachetadas. Cada que bajaba la guardia ¡cachetada!

4) Me gusta nadar, y lo practiqué durante varios años, supongo que no soy tan malo, pero tenía un amigo buenísimo y muy veloz. Una vez le pedí que me enseñara a nadar como él, a lo que respondió “Sólo hazle como si fueras pez”. Sin comentarios.

5) ¿Ya dije que una vez me golpearon en la primaria? Pues también me hicieron bulling, prácticamente toda la primaria y secundaria. Siempre estuve, según yo, enamorado de una chica, fui su mejor amigo mientras la veía con cada uno de todos los populares y malotes. Ya no, pero en su tiempo odié esa etapa.

6) Cuando entré a la prepa decidí que jamás volvería a ser aquel. Un día un chico me insultó y como ya había aprendido a pelear, le “pegué” y jamás nadie se volvió a meter conmigo.
 
En realidad, en cuestión de peleas nada fue a mal hasta la facultad.

7) Mi familia es pequeña y a veces no somos tan cercanos. Pero amo a mi madre. Normalmente solemos ser fríos entre nosotros, pero últimamente cuando la veo la abrazo con ternura y le suplico que me quiera al menos un poco, “como en los viejos tiempos”, según yo.

Algunas veces la gente me pregunta si yo todavía me enamoro, haciendo referencia a lo que enseño o a lo que he aprendido. Algunas personas creen que en todos los aspectos lo tengo todo solucionado.

Primera: Por supuesto que me enamoro. Creo que un “seductor” no puede serlo si no ha vivido esta etapa o si no sabe lo que significa una relación valiosa con una mujer única.

Segunda: Domino mi área, y ni siquiera por talento nato, pero si no es por preparación, lo es por experiencia. Mejorar tú, tu vida y tus habilidades por supuesto te da el poder de influenciar en tu entorno social. Eso no te hace dejar de ser humano.

En conclusión. Por supuesto les recomiendo que aprendan sobre seducción y lo que sea, adquieran habilidades y sobresalgan en lo que quieran, pero jamás, por más alto que puedan llegar, intenten dejar de ser humanos.

Personalmente, si contase los momentos más maravillosos de mi vida, no serían aquellos donde parezco un profesional de algo.

Los mejores momentos son aquel donde traté de rescatar a un gatito. Cuando le di su regalo de cumpleaños a mi madre y casi llora. Cuando mi novia me preparó a mí su primer pay de limón, que aunque con mucho amor, le quedó “espolvoreadito”. Cuando invité a comer a un niño en la calle y cuando me preguntó cómo podía pagarme, le dije que él cuando fuera grande y yo viejito, me invitaría a comer.

El punto de la seducción, y todo aquello en lo que decidas desarrollarte, es que sigas siendo un humano. No importa que adquieras poder en tu área y seas capaz de sobresalir cuando lo desees como si se tratara de tronar los dedos. No intentes dejar de ser humano.

Los mejores líderes tienen un don, y no es el don de ser perfectos o “cabrones”, es el don de sacar lo mejor de los demás.

El éxito más grande es aprender a ser feliz.

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