Normalmente, acostumbramos ver hombres exitosos y
pensar que sus triunfos son algo “natural”, como si hubieran nacido con el don
de hacer lo que sea que hagan. Empresarios, artistas, atletas, seductores y líderes sociales, al nacer ninguno de ellos era
la persona que es ahora. Quizá su educación o su entorno haya influido en
formarlos y motivarlos, pero es su experiencia
la que los ha llevado hasta donde están. Este conocimiento no sería posible si
en ninguna ocasión ellos hubieran fallado en su intento, si jamás hubieran
encontrado obstáculos o si nunca se hubieran enfrentado a la adversidad. Es muy
simple: no puedes ser bueno en algo a menos que
hayas fallado una y otra vez al hacerlo.
Detrás de la gloria de cualquier personalidad exitosa, hay una historia de constancia, y
sobre todo, perseverancia a pesar de los fracasos. El éxito de esos hombres es
el resultado de años de práctica, de empuje, de sudor y sufrimiento, hasta
llegar al punto en que se encuentran ahora, en el que pareciera que obtienen un
logro tras otro sin esforzarse siquiera. Aquello que vemos como algo natural no
es más que el resultado natural de su dedicación y de su esfuerzo, y de
su negativa a rendirse ante sus primeros tropiezos
Equivocarse es la única forma de
aprender. Quizá intentes algo, y tengas la fortuna de que te salga bien a la
primera. Pero, aunque podrías considerar esto un éxito, no habrás
aprendido nada. No sabrás que fue lo que
hiciste bien, ni que es lo que podrías mejorar. Al fallar, descubres tus puntos
débiles, las partes de tu estrategia que debes cambiar, o mejorar, o hacer más
eficientes.
El éxito
no es más que el resultado de perseverar ante la derrota
Tu estrategia define tus resultados. Si te rindes después del primer contratiempo, nunca
llegarás lejos. Incluso cuando descubres algo que funcione para ti, sin un
fallo de vez en cuando no podrás seguir avanzando. Cada error te enseña algo
para seguir avanzando, te señala el camino a seguir. Cada acierto te indica que
es momento de seguir avanzando. Siempre hay camino por recorrer y siempre hay
cosas por aprender, no puedes estancarte en la gloria, o no podrás continuar
progresando.
El hombre más exitoso no es el que tiene menos fracasos, si no
el que tiene más triunfos. Es el fracaso el que te da la experiencia necesaria
para triunfar. Todos conocemos la anécdota de Edison, quien intentó miles de
materiales antes de crear la bombilla eléctrica. “No fallé” dijo, “sólo
descubrí miles de formas de no hacerlo”
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